Publicado: 13 de Noviembre de 2015
La agresividad canina es quizás el principal y más importante problema de comportamiento canino por todas las implicaciones que tiene. Es un problema de salud pública por las potenciales lesiones que pueden ocasionar, máxime cuando las conductas agresivas suelen producirse en el entorno familiar y principalmente hacia los más pequeños de la casa. Los ataques en estos casos suelen dirigirse a la cara, cuello, pecho y brazos. Por otro lado, es una de las principales causas de abandono y eutanasia.
La buena noticia es que las conductas agresivas pueden reconducirse, controlarse y como mínimo, preveerse.
Siempre que hay un problema de agresividad, lo primero que debemos descartar es una enfermedad orgánica que la esté facilitando, como una enfermedad hepática, un trastorno neurológico, una enfermedad crónica o un cuadro de dolor.
Principalmente distinguiremos entre conductas agresivas hacia perros y hacia personas.
Las conductas agresivas caninas suelen ser la punta del iceberg que podemos ver y bajo la cual hay una multitud de problemas que llevan al perro a manifestarla.
Las principales causas subyacentes son el miedo, el estrés crónico y la frustración, íntimamente unida al estrés puntual y al miedo.
AGRESIVIDAD HACIA PERSONAS
Dentro de la agresividad hacia personas, la agresividad hacia miembros de la familia es la más frecuente.
El castigo, las reprimendas continuadas y los esfuerzos por mantener a nuestro perro en un “escalón inferior” en la “jerarquía” producen miedo, estrés y frustración ante lo que el perro, en muchas ocasiones, se siente en la necesidad de defenderse de nosotros.
Se hace imprescindible respetar los momentos de descanso, juego, comida, etc. de nuestro perro.
Siempre que nuestros niños jueguen con él debemos supervisar como se desarrolla el mismo y cortarlo si sube de intensidad. Para minimizar riesgos, nunca deberán molestarles mientras comen o duermen. Evitaremos que les tiren del pelo, cola, orejas, etc. Debemos advertirles sobre quitarle algo de la boca o de la cercanía del animal. Si éste les quita algún juguete debemos concienciar al niño de que nos avise.
AGRESIVIDAD HACIA OTROS PERROS
La agresividad hacia otros perros puede tener multitud de factores desencadenantes, siendo los principales los mencionados anteriormente, si bien cabría añadir la falta de habilidades sociales con otros perros.
En la mayoría de ocasiones los perros establecen asociaciones negativas durante el contacto con otros perros, como tirones de correa, reprimendas, falta de libertad para relacionarse con otros perros, etc.
Debemos procurar que los encuentros con otros perros se asocien a experiencias positivas. Si nuestro perro muestra miedo a la cercanía de otro perro no debemos forzar la situación ni forzarle a acercarse, ya que corremos el riesgo de desencadenar una respuesta agresiva.